Nos especializamos en violencia conyugal, y nos gustaría darte algunos datos duros al respecto, para ayudarte a comprender por qué esto nos compete a todes.

A nivel global, se estima que 736 millones de mujeres -alrededor de una de cada tres- ha experimentado alguna vez en su vida violencia física o sexual por parte de una pareja íntima, o violencia sexual perpetrada por alguien que no era su pareja (el 30% de las mujeres de 15 años o más). La mayor parte de la violencia contra las mujeres es perpetrada por hombres siendo estos sus maridos o parejas íntimas o por parte de sus ex-maridos-parejas.

Más de 640 millones de mujeres de 15 años o más han sido objeto de violencia de pareja. En 2018, se estima que una de cada siete mujeres ha experimentado violencia física y/o sexual por parte de su pareja o marido en los últimos 12 meses (el 13% de las mujeres de 15 a 49 años).

A nivel mundial, la violencia contra las mujeres afecta de forma desproporcionada a los países y regiones de ingresos bajos y medios bajos.
*Fuente – ONU Mujeres – febrero 2022.

Es sin duda un escenario terrible, pero ¿sabías qué las empresas pueden ayudar a las mujeres víctimas de violencia conyugal a salir de esta situación? 

¿Cómo pueden hacerlo?

Convirtiéndose en una aliada desde el lugar de trabajo. Implicándose y creando iniciativas y programas de apoyo.

¿Por qué hacerlo?

No sólo para ayudar a construir un mundo sin violencia en la sociedad en la que tu empresa se ha implantado, sino también...

Para prevenir las pérdidas de rendimiento y de presupuesto causadas por las violencias conyugales y garantizar el desempeño de las colaboradoras desde un ambiente laboral que se preocupa y ocupa por su bienestar y salud física y mental. Para ello, ofrecemos un programa que apoya y ayuda a identificar, sensibilizar y poner en marcha iniciativas para comprometerse y combatir las violencias contra las mujeres desde la empresa.

¡dime más!

Las empresas tienen un papel fundamental en la lucha contra la violencia conyugal.

Esto se justifica por el hecho de que las mujeres que desempeñan una carrera profesional, la gestión de su hogar y que además son víctimas de violencia conyugal, son invisibles ante los ojos de la sociedad, sus familias, el Estado (en algunos países), pero también, ante los ojos de las empresas que las emplean.

El lugar de trabajo representa entonces: 

  • Un lugar seguro al que no puede acceder el agresor

  • Un lugar en el que una mujer víctima de violencia conyugal puede buscar tranquilamente información en asociaciones especializadas, hablar con abogados, escapar de la violencia del hogar durante las horas de trabajo,

  • Un espacio en el que puede confiarse y hablar con sus colegas, entre otras cosas.